¡Una vida libre de vacas!

Durante casi tres décadas he escrito y hablado sobre el éxito. Siempre buscando definir qué es, cómo alcanzarlo, y a qué se debe que algunas personas lo logren con relativa facilidad mientras que otras no consigan acercarse a él a pesar de trabajar arduamente.

 

Estos años me han enseñado que las personas de éxito tienen algo en común: ¡No dan excusas! Así es. Ellas no viven tratando de justificar ante los demás el porqué las cosas no son como ellas quisieran. No se quejan de sus circunstancias, ni inventan disculpas para explicar por qué no han alcanzado sus metas. Las personas exitosas simplemente actúan. Esto no quiere decir que siempre triunfen al primer intento, pero nunca se dan por vencidas. Si tropiezan, se ponen de pie nuevamente y emprenden otra vez su camino hacia los objetivos que persiguen.

 

Y la razón por la cual ellas no renuncian cuando sufren una caída es porque saben que los fracasos son parte del éxito. Entienden que el fracaso no es el enemigo del éxito, como muchos otros creen. Han comprendido que las caídas suelen traer consigo grandes enseñanzas, así que cuando sufren un fracaso, por más aparatoso que pueda parecer, en lugar de buscar culpables, se dan a la tarea de aprender la lección que dicha caída vino a enseñarles.

 

Piénsalo, si no fuera por los fracasos, no nos daríamos cuenta de los hábitos que debemos cambiar o las conductas que necesitamos corregir para continuar avanzando en la vida. No aprenderíamos ni creceríamos. Sin duda, los fracasos son grandes maestros. Estoy seguro que todos podemos recordar fracasos y caídas que hemos sufrido, después de los cuales emergimos más fuertes, más sabios y mejor preparados para enfrentar la vida.

 

Sin embargo, muchas personas eluden el fracaso como si fuese una plaga que deben evitar a cualquier precio. Le temen tanto a las caídas, que en su afán por evitarlas, terminan por contentarse con segundo lugares, con tal de eliminar cualquier riesgo que les pueda ocasionar un revés.

 

Yo estoy convencido de que el verdadero enemigo del éxito no es el fracaso sino el conformismo y la mediocridad. Esa zona de confort donde con frecuencia nos olvidamos de vivir y nos resignamos a sobrevivir, sin descubrir nuestro verdadero potencial ni disfrutar de las cosas bellas que la vida nos ofrece. Esa zona de comodidad que nos invita a buscar culpables y encontrar excusas.

 

Una de las lecciones más importantes que he aprendido es que, para lograr resultados espectaculares en nuestra vida, lo primero que debemos hacer es aceptar un 100% de la responsabilidad por nuestro éxito. Eso quiere decir, deshacernos de todas las excusas, pretextos, falsas creencias y justificaciones —o como yo las llamo: vacas— que no solo nos impiden utilizar nuestro verdadero potencial, sino que nos roban nuestros sueños y nos condenan a vivir una vida me mediocridad.

 

En otras palabras, si quieres triunfar el primer paso en imprescindible: ¡Tienes que matar tus vacas! Deshacerte que toda excusa, dejar de buscar culpables por tus caídas y entender que tú eres el arquitecto de tu propio destino.

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